Así lo hacen en Ingeniero White, donde un museo es también un taller. Y tanto las máquinas como las personas imprimen sus históricas huellas en las visitas.
El Museo Ferrowhite ocupa el lugar que fue hasta mediados de los años noventa, taller de reparaciones de la ex usina General San Martín.
Cuenta con una "galería de mecanismos oxidados y engranajes que giran en falso: el brazo líder que ya no sube, la rueda de la fortuna atascada en un embarque récord, el Remington civilizador que todavía humea, la máquina increíble que se desguazó a si misma." Sus creadores nos anuncian "El tren de la historia es este tren fantasma, saluden a los héroes antes de que se desvanezcan en el aire."
Allí, quienes fueron parte de su historia, relatan experiencias a los visitantes. Como cuenta el señalero Otto Whittmann "yo estuve trabajando de señalero en la cabina, cuando me retiré lo sentí, lo sentí en el alma, vio cuando uno pierde un amigo, un hermano, así, porque se aquerencia tanto diga." Él opina: "Para mí la garita de señales es la llave del ferrocarril. Porque los trenes caminan, pongamos una mala comparación, son títeres nuestros como quien dice. Ellos caminaban al son de las señales. Se pedía vía por medio de toques de campanilla. Como ser un carga tac, tac, tac, tac, cuatro toques era un carguero. Una máquina liviana uno, tres y uno, tac, tac, marcábamos." Y agrega: "por ahí daba la casualidad que me tocaba trabajar nochebuena trabajar de noche acá. ¿Sabe que hacíamos? Macanudo, se venía la patrona, con los pibes y vio… festejaban acá. Pero el trabajo siempre se hacía, eh."
Las visitas son los sábados y domingos de 15 a 19 horas.
Su director, Reynaldo Merlino, propone antes de entrar al museo, mirar alrededor la usina inglesa de 1907, los elevadores de la que fuera la Junta Nacional de Granos, la usina soviética de 1978, los silos de las transnacionales Toepfer y Cargill pasando por el castillo italiano de 1932… Para culminar en el complejo de la ex usina General San Martín, Juan B. Justo 3885 de Ingeniero White, conociendo más de nuestro pasado inútilmente perdido, para recuperarlo de a poquito.
Rescatar nuestros orígenes junto al turismo es una sabia estrategia.
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